«Obra en piedra.» Olga Rodríguez Pomares. Museo de Archena, Murcia. 2012

 

Exposición individual y edición del folleto “Obra en piedra. Olga Rodríguez Pomares”, 2 autores, Depósito Legal: MU-56-2012, exposición celebrada en el Museo de Archena, Murcia, del 16 de marzo al 28 de abril de 2012.

La obra que conforma «Viajar sobre la piedra» es el resultado de una estancia en la Accademia di Belle Arti di Carrara. El objetivo principal es el estudio sobre el mármol y su comportamiento frente a diversos procesos y tratamientos superficiales. Se trata también de una propuesta personal, donde se fusionan las imágenes captadas sobre la arquitectura popular de la Toscana con el Mármol de Carrara, dando lugar a esculturas capaces de retener en sí mismas las experiencias y los recuerdos visuales recogidos durante un viaje.

Con la necesidad de un estudio sobre un pasado pleno de esplendor, riqueza y sabiduría, se ha recurrido a bibliotecas y libros, realizando una investigación documentada con un fundamento historicista de diferentes técnicas. Ha sido también un encuentro con autores como Palladio, Brunelleschi y Michelangiolo, en el estudio de sus proyectos sobre arquitectura, escultura y diseño.

La piedra actúa como soporte y registro de diferentes procesos técnicos como la transferencia de imágenes sobre la piedra natural. El fondo pétreo ha sido el lienzo perfecto para trabajar en armónica fusión entre la memoria y el arte. Este aspecto tiene un gran valor en la propuesta que realizamos, la cual no se centra exclusivamente en resolver las intervenciones meramente mecánicas, sino en resaltar aquellas que reflejan emociones y sensaciones.

Para cada obra se ha buscado el material idóneo en las mismas entrañas de las Canteras de Carrara, donde se encuentra el «Mármol blanco» con sus manchas, colores y texturas. La belleza de los acabados superficiales de estas «Catedrales de mármol» ha sido una vía de inspiración. En las diferentes piezas se ha respetado la forma y conservado sus huellas y pátinas naturales, como cicatrices de un pasado al que pertenecieron. Posteriormente, el mármol se ha manipulado y marcado con la necesidad fundamental de hacerlo propio, en una labor creativa y productiva preparada con precisión en los acabados del mármol.

El paisaje de la Toscana ha sido un escenario revelador. Recorriendo sus ciudades y pueblos hemos podido contemplar de cerca el arte en sus diferentes facetas y contextos, donde se ha encontrando la inspiración y la poesía que emana de sus monumentos.

«Viajar sobre la piedra» es una propuesta viva y personal, donde hemos diseñado una nueva fórmula para mirar el arte en mármol, dotándolo de entidad. Un proyecto de creatividad e imaginación donde hemos intentado hallar el equilibrio entre el concepto, la idea y la puesta en marcha de un proyecto escultórico.

Olga Rodríguez Pomares

 

Las piedras que Olga utiliza para sus construcciones son hijas de un exilio. Han sido arrancadas, transportadas y manufacturadas para servir a una sociedad industrial y de consumo. Los sobrantes, los deshechos de este viaje, recobran su dignidad en las manos de Olga. Ya no son revestimiento, cobertura o soporte; sino pieza autónoma, belleza, obra de arte al fin y al cabo.

Orden y naturaleza podrían ser las claves para intentar definir este trabajo. En el orden juega un papel muy importante la composición, las texturas, los tonos de color y, cómo no, el montaje. Algunas de las piezas nos sugieren ciudades, otras podrían ser templos o lienzos de una antigua muralla en algún lugar del mediterráneo, porque he de decir que no me imagino estas “construcciones” en otras latitudes.

Pero este orden juega también con la naturaleza y, como no podía ser de otra manera, con el azar. En su trabajo Olga no oculta la historia de cada piedra, bien al contrario la memoria forma parte fundamental de la pieza artística. Como hemos dicho antes, son piedras exiliadas, extrañadas en un tiempo humano, que ha dejado sobre ellas cicatrices que Olga respeta con mimo, porque sabe que son un testimonio de dignidad. Así, se nos hacen presentes las largas horas de jardín soportando el ligero peso de una maceta, el regalo de colores que dejó el paso de líquenes y plantas, pero también el número que registró la fábrica cuando aún servían para algo. A veces, el trabajo de Olga parecería el de una naturalista o el de una paleontóloga y nos descubre piedras ya fósiles, porque también las piedras se extinguen.

No son las de Olga piezas para acariciar, porque su respeto por el material le hace conservar las patinas naturales, los relieves, las fisuras. No son piezas pulidas, redondeadas y amables. Bien al contrario, la escultura es el resultado del desbastado geométrico de la piedra,  que da lugar a bloques, junto con su propia irregularidad. Aquí lo que importa es la trama, el juego, la tensión y el equilibrio, la medida y la proporción.

Olga también nos exige un esfuerzo, una voluntad de ver y descubrir un diálogo entre pieza y espacio, donde el objeto es la acción. Pero también nos pide que nos dejemos sugerir, que disfrutemos, que nos dejemos llevar por las formas, por el cromatismo, por las texturas hasta olvidar incluso las metáforas.

Anna Álvarez Fortes

 

Elche, 15 de enero de 2012

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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